En la Guía de
Diseño de Planes de Apoyo Conductual Positivo que forma parte de esta misma
serie se explica cómo el uso continuado de estrategias sistemáticas dirigidas a
intervenir sobre el entorno y el estilo de vida y a enseñar habilidades
alternativas a las conductas problemáticas constituye un método eficaz para
conseguir una disminución drástica en la frecuencia e intensidad de estas
conductas. No obstante, hasta que se consigue dicha disminución, la persona
puede presentar episodios de conductas problemáticas en los que será necesario
que el personal de apoyo intervenga de forma inmediata para evitar situaciones
que le pongan en riesgo a la propia persona o a otras que se encuentren
presentes, o situaciones en las que puede causar importantes daños materiales.
Saber cómo hacer
frente a estas situaciones en el momento en el que se producen constituye una
de las principales preocupaciones de quienes trabajamos prestando apoyo a
personas que presentan conductas problemáticas: la situación ocurre aquí y
ahora y, por lo tanto, y sin perjuicio de aplicar intervenciones que consigan
su disminución en el medio o en el largo plazo, necesitaremos también
estrategias que nos ayuden a controlar estas situaciones y sus consecuencias
con inmediatez.
Esta guía se
centra en la descripción de una serie de estrategias reactivas a las conductas problemáticas, que nos pueden ayudar a
controlarlas de forma rápida, segura y efectiva cuando ocurren. Estas
estrategias se explican en los apartados III –Estrategias para responder a una
conducta antes de que empeore– y IV –Estrategias para responder a la conducta cuando
la persona está fuera de control– presentándolas por orden jerárquico de
restricción (de menos a más restrictiva). El orden propuesto no es de rigurosa
aplicación, pero sirve para tener presente que siempre debe aplicarse la
alternativa menos restrictiva posible y nunca durante más tiempo del
estrictamente necesario. Es importante tener en cuenta también, al consultarlas
que, en muchas ocasiones, puede ser útil contemplar la utilización de más de
una estrategia, en función de las fases por las que pasa el episodio de
conducta problemática.
La Guía se cierra
con un último apartado centrado en una serie de estrategias dirigidas a cubrir
las necesidades emocionales del personal de apoyo, y de técnicas de autocontrol
que pueden resultar muy útiles para afrontar el estrés que el contacto
frecuente con estas situaciones de crisis puede generar. La necesidad de contar
con este tipo de estrategias es fundamental para preservar el estado emocional
de las y los profesionales de apoyo, porque enfrentarse a diario con
situaciones difíciles, de cierto nivel de agresividad, puede provocar emociones
o sentimientos negativos, que pueden resultar muy estresantes si no se manejan
adecuadamente. Si no prevemos estrategias que nos ayuden a afrontar nuestros
propios sentimientos y a manejar nuestro estrés, es probable que adoptemos impulsivamente,
aun cuando no siempre hayan funcionado en el pasado, medidas, por lo general
punitivas, que, por su contundencia, creamos susceptibles de frenar la
conducta. Actuar así, sin pauta, llevados por reacciones poco meditadas,
únicamente puede contribuir a reforzar nuestro sentimiento de fracaso y a
disminuir nuestro nivel de confianza en nosotros mismos.
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